Creo que es lo mejor que podría desearte siempre.
Y recupero esta frase de lo más lindo que alguien pudo decirme:
Fue hace varios años ya; regresaba a casa luego de dar clases; era tarde ese día, me sentía un poco cansada, logré encontrar un espacio y sentarme en el subte pensando en todo lo que que todavía faltaba para finalizar: preparar la cena, organizar clases, pacientes, conversar con mi hija y mi hijo, …en qué andarán los adolescentes…
De pronto, se presentó Daniel, lo ví ante a mí, con su sonrisa divertida y sorprendida, me nombra: “¡¿Ada?!”
Años que no nos veíamos desaparecieron en esa complicidad que a veces se logra y que en este caso tomó la forma de la charla y el recuento de las experiencias de cada uno.
En un momento, exclamó: “Por fin tu vida se parece a vos”. No necesité más, gratitud eterna.
No hemos vuelto a cruzarnos, pero siempre recuerdo ese encuentro y en muchos momentos la frase se transforma en una pregunta que guía mis decisiones.